En cada nueva mielada, el apicultor deposita en sus colmenas nuevos cuadros con el fin de que las abejas puedan construir en ellos sus alvéolos de cera donde almacenarán su miel. Durante la floración estival, las obreras rellenan de su preciado botín cada cuadro de la colmena. En cuanto la miel alcanza su nivel de humedad ideal, ellas recubren cada alveolo con un delgado opérculo de cera con el fin de conservarlo para el invierno. Nuestros apicultores van después a visitar cada colmena para extraer los cuadros repletos de miel. Comienza entonces la etapa esencial y delicada de la cosecha de la miel. Para retirar la miel de la colmena, utilizamos desde siempre la técnica del ahumado, que pone alas abejas menos nerviosas. Nuestros apicultores retiran delicadamente cada cuadro y cepillan suavemente para asegurarse que la reina y las obreras vuelven a bajar a la colmena. Estos cuadros son después transportados a la mielería.
Durante la cosecha, solo los cuadros que están en la parte superior, son retirados con cuidado. La parte baja permite guardar una reserva de miel suficiente para que las abejas puedan nutrirse todo el invierno. Para abrir el camino a la miel, se quita el opérculo. Una vez que los cuadros llegan a la mielería, los cuadros son recuperados y el delgado opérculo de cera que protege la miel es quitado mediante un suave frotamiento. Esta cera se recoge y servirá para fabricar nuevos cuadros para la próxima estación