La abeja que regresa a la colmena ya no trae polen, sino néctar. El estómago del insecto es un estómago social pues allí recoge el néctar que necesita su familia, pasando la reserva alimenticia personal directamente al intestino. El camino del néctar a la miel es muy largo. Para obtener una cucharadita de miel, necesita volar un trayecto tan largo como el que hay de Santander a Albacete, realizando a su vez millones de aterrizajes intermedios. Para obtener un gramo de miel, la abeja necesita visitar de 6.000 a 8.000 flores. El néctar es líquido, lo que hace necesario que las abejas eliminen el exceso de humedad, en un proceso en que además le agregan algunos elementos nutritivos de sus glándulas salivales, que dan a la miel consistencia y la hacen saludable. Una vez que una celda está llena de miel, será cubierta con una tapa de cera, así la miel podrá durar muchos años. En la Edad Media, la miel era el único alimento utilizado para endulzar diferentes productos, hasta que el azúcar de caña entró al mercado.