La carísima y peculiar miel de Manuka, conocida por su elevado poder antibacteriano, es producida en Nueva Zelanda, por las abejas a partir del néctar de las flores del Arbol del Té o Manuka (Leptosperum scoparium), fundamentalmente en la Isla Norte de Nueva Zelanda. La producción de miel de manuka, utilizada desde la antigüedad en la medicina tradicional Maorí, ha revolucionado la apicultura neozelandesa, alcanzando precios elevadísimos debido a sus extraordinarias propiedades antimicrobianas.
Este producto se comercializa en envase opaco para evitar su deterioro por acción de la luz directa. La miel de manuka posee un sabor ligeramente amargo, un olor algo «extraño» y una consistencia gelatinosa que no la hacían muy popular ni adecuada para el consumo de mesa habitual en Nueva Zelanda. Esta consistencia es debida a sus propiedades tixotrópicas que hacen, además, que su extracción sea algo dificultosa. Por ello, a principios de los años 80, era «desechada» por los apicultores, que la dejaban como alimento de invierno para las abejas o si la extractaban la vendían a bajo precio a otros apicultores que la utilizaban para el mismo fin. Sin embargo, en la actualidad, el mercado de exportación de miel de manuka constituye el motor de la apicultura de Nueva Zelanda, alcanzándose altos ingresos gracias a esta producción y a los precios que alcanza en el mercado internacional.