Los mayas prehispánicos de México y Guatemala fueron apicultores de abejas sin aguijón para aprovechar su miel y cera. Así lo demuestran los estudios que investigadores del Centro de Estudios Mayas realizan sobre las evidencias arqueológicas e históricas de los últimos dos mil años de esta especie. En África, Asia, Oceanía y América hay abejas que no pican pero la introducción de las que sí tienen aguijón –apis melliferas– que cultivaron los griegos y romanos, las han desplazado. “Los mayas afirman que son abejas muy sensibles porque escogen quiénes son sus dueños y si no les hacen caso, se van. Así explican el abandono de los colmenares. Pero lo más curioso, en el exceso de apis melífera es que compite por comida, pues polinizan la flora introducida en el siglo XVI, lo cual detiene la reproducción de las abejas sin aguijón porque éstas sólo polinizan las plantas nativas”, señaló una historiadora del Centro de Estudios Mayas.
La especie sin aguijón que aún se cultiva en el sur del México, es la melipona e históricamente fue vital en los hogares mayas, sobre todo en la península de Yucatán, donde el uso de miel y cera datan de una tradición curativa y alimenticia anterior al surgimiento de la agricultura y la cerámica.
El cultivo prehispánico de las abejas nativas estaba basado en un desarrollo tecnológico simple y sencillo. Las colocaban en troncos ahuecados, que es como viven en el mundo natural, pero en posición horizontal. Cuando eran más de tres hacían un cobertizo de palma con techo de guano, semejante a las casas donde han vivido los mayas y ahí colocaban los troncos superpuestos. De esta manera habitaban las colonias , los troncos eran colmenas que multiplicaban, se dividían las colmenas porque separaban la abeja reina de las demás y la colocaban en otro tronco.
Estas abejas almacenan su miel no en paneles hexagonales como la apis melifera sino en unas diminutas vejigas de cera cerradas.