Las abejas africanas son el resultado del cruce entre abejas comunes de la región sureña de África y abejas locales brasileñas. Después de que la población de esta subespecie se extendió a Sur América, la abeja africana entró a los Estados Unidos por la región sureña de Texas, a principios de 1990. Posteriormente, enjambres de esta abeja invadieron nuevas áreas, como California. Hoy en día, estas abejas pueden ser encontradas en casi todas las regiones de los Estados Unidos.
La abeja europea y la abeja africana se asemejan, pero sus hábitos y comportamientos son muy diferentes: la abeja africana es agresiva y, por ello, es comúnmente conocida como Abeja Asesina. Las abejas africanas se destacan por responder a provocaciones leves y viajar largas distancias cuando deciden atacar. Ellas pululan alrededor de sus nidos y atacan en gran número cuando se sienten amenazadas; son capaces de perseguir a sus enemigos más allá de una milla.
La abeja africana se adapta con facilidad a su entorno y puede anidar en varios tipos de ubicaciones, incluso en lugares donde residen seres humanos. Cuando no hay nidos naturales disponibles, estas abejas suelen habitar en cajas vacías, contendores y neumáticos viejos, en el subsuelo y fuera de edificios.